jueves, 17 de noviembre de 2011


Después de La caída solo queda… levantarse!

Paul David Tripp (Whiter Than Snow: Meditations on Sin and Mercy)


“Cuando me acerco al Señor después de haber pecado contra él y haberlo echado todo a perder, solo me queda un argumento: No es el argumento de la dificultad del lugar donde estoy, de las personas difíciles que me rodean, de mis buenas intenciones que han sido distorsionadas en alguna manera. Vengo al Señor con solo una apelación; Su misericordia.

… No tengo ninguna otra defensa. No tengo ninguna otra postura, esperanza. No puedo escapar de la realidad de que mi mayor problema soy yo mismo.

…Así que apelo a la única cosa en mi vida de la que estoy completamente seguro de que nunca fallará, algo que me ha sido garantizado, no solo mi aceptación por Dios, por cuanto soy su hijo, y en Cristo he sido Justificado, sino en la esperanza de que después del arrepentimiento tengo la esperanza de un nuevo comienzo y un inicio fresco.

…Apelo en los términos del más grande regalo que jamás ha sido dado a un mortal.

Dejo la sala de apelación de mi auto defensa, dejo de esconderme en mis pensamientos y admito quien soy yo en realidad.

… Pero no tengo ningún miedo, porque ya he sido bendecido personal y eternamente en Cristo. Porque lo que Jesús ha hecho, Dios lo ve en mi, a mi favor, y me ve con misericordia. Esta es mi única apelación, es el origen de mi esperanza, es mi vida.”

Mi clamor: ¡Misericordia Señor, Ten misericordia de mi!”

miércoles, 24 de agosto de 2011

A veces no es sufiente saberlo...

En el diario caminar pareciera que no basta con conocer las promesas y enseñanzas de Dios para nuestra vida, no basta con creer ésas promesas o simplemente atesorarlas, hay que ponerlas en práctica en el momento de necesidad, hay que realmente hacerlas nuestras cuando estamos en pruebas y aflicción, es creerle a Dios, pero en serio.

Cuando lo religioso nos parezca inaplicable a nuestra confusa y compleja realidad... es cuando se tiene que ejercitar la fe.

Es un tanto cuanto lamentable que como cristianos, como hijos de Dios, veamos la Biblia y sus enseñanzas como si fuese algún tipo de álgebra que no logramos entender y que además no podemos aplicar a nuestra realidad. Deseamos tanto la protección de Dios que somos capaces de acercarnos un poco a El y aprender algunas cosas, pero luego, viene el diario vivir, los conflictos, las luchas, rompimientos y lo afrontamos con recursos humanos, con optimismo y con muchas ganas de salir adelante... pero temo que este humanismo nos ha convertido en humano-dependientes, seres que teniendo un toque de divinidad no acudimos a nuestro Dios para salir adelante, sino que a través del método humano pretendemos afrontar la vida.

Dios si nos puede proteger, pero El ha dispuesto o dejado un método para que eso suceda, no seremos forzados a caminar con El para ser beneficiados, no nos va a bendecir a fuerzas, nos protegerá del mal pero el demanda de nosotros una entrega que probablemente no estamos muy dispuestos a dar, ceder o dejarlo controlar. Mientras no cedamos el control de nuestras vidas a su autoridad, a su voluntad... muy probablemente vamos a tener constantes conflictos morales encerrados dentro de nosotros mismos y cargaremos un sinnúmero de problemas que no podemos resolver ni con la mejor terapia, y compartiremos éstas cargas, este bagaje, pesado, con todos los que nos rodean pues si ya somos incapaces de lidiar con nosotros mismos mucho menos vamos a ser capaces de lidiar con los problemas de los demás.

Yo aun no tengo hijos, y creo que estoy agradecida por eso y porque en el transcurso de mi vida he podido ver mis grandes problemas y entregarlos a Dios que nos dice:


"Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, que Yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga". (Mateo 11:28-30)

Se que muchos de nosotros podríamos creer que se puede pasar la vida sin tener que lidiar con lo que no hemos perdonado, lo que no hemos solucionado y todo lo que NO hemos puesto bajo el control de Dios, pero siempre habrá un acontecimiento, una pérdida, una enfermedad que nos dejará en una posición muy incómoda, desagradable y dolorosa y ahí es cuando vamos a tener que decidir, si seguimos en nuestras fuerzas o si finalmente, hacemos lo que debimos hacer desde un principio, ceder todo el control a una fuerza superior y reconocemos que somos incapaces de salir adelante sin su ayuda.

Charles Spurgeon escribió sobre el texto:

Nótese en seguida el precepto aquí asentado: «Venid» no es «aprended», ni «llevad mi yugo» -eso está en el versículo siguiente designado para el próximo grado de experiencia cristiana-, pero el principio de la palabra del Señor es «Venid a mí», «venid». Palabra sencilla, pero muy significativa. Venir es dejar una cosa para acercarse a otra. Venid, pues, vosotros, trabajados y cargados; dejad vuestras obras legales, vuestros esfuerzos en que confiáis, vuestros pecados y presunciones; dejad todo aquello en que hasta hoy habéis confiado y venid a Jesús, esto es, pensad en el Salvador, acercaos a Él, confiad en Él.

Y éste es sólo el primer paso, primero vamos a El y nos hará descansar, pero es un descanso condicionado: - Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. - Una vez que nos acercamos a El... llevaremos una carga diferente, ahora que estamos cerca de El tenemos que obedecerle, aprender de El, y ahí es donde debemos despojarnos del orgullo que nos hace ser quienes somos y como somos, porque tenemos que aceptar que necesitamos aprender de El, que de hecho nuestra aflicción tiene un propósito en la mente de Dios, en su plan maestro, nuestro dolor y desesperación será usado para nuestro provecho o de alguien a nuestro alrededor. Se requiere mucha mansedumbre y humildad para llegar al punto de aceptar esto... por eso tenemos que aprender de el a ser así, como el, a aceptar nuestra circunstancia así de terrible como nos parece mansamente, es decir, apacible y tranquilamente, humildemente.

¿Las crisis en nuestra vida tienen como propósito domar nuestra alma? Creo que no siempre, pero muchas de las veces, los problemas no van a desaparecer sólo porque yo confío en Dios, pero al forma como afrontamos éstas crisis si va a cambiar, nuestra percepción de la realidad se va a ver afectada y es directamente proporcional a la fe que tenemos en El, si he crecido en fe y tengo mucha fe en Dios, me es más fácil confiar en su voluntad que si tengo una fe que esta apenas comenzando a ser usada... Aún los más experimentados en la fe, nos confesarán que aún les falta mucho por andar y que en sus momentos más oscuros su fe ha parecido menguar... Temo que es un camino largo y dificultoso, sin embargo creo que prefiero cargar el yugo de mi Señor, pues promete que será mas ligero mi trayecto. Me atrae lo fácil y lo ligero que dice será éste viaje, pero sobre todo me llama mucho la atención que por muy feo que se ponga, mi alma hallará reposo y descanso en El, siempre.

Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Hebreos 4:16